presente imperfecto
febrero 24, 2015 § Deja un comentario
El sentimiento básico del homo religiosus es el de encontrarse bajo una presencia invisible que ampara nuestra existencia. No estamos solos. Ahora bien, la desgracia es, precisamente, esa situación en la que ese sentimiento salta por los aires. El desgraciado, con el Jesús de Getsemaní a la cabeza, si bien no necesariamente tiene por qué cuestionar la existencia de Dios, sí que queda en la posición de aquel que no entiende nada. Más aún: un Dios bíblico —el Dios de los desgraciados, el Dios de las víctimas— ¿acaso no es inevitablemente el Dios que desaparece del mapa, un Dios que está por ver? Y si esto es así ¿no estaremos obligados a reconocer cristianamente que de Dios solo tenemos al hombre que confía en Dios a pesar de todo?